sábado, 21 de julio de 2018

Sus manos

Viviendo siempre antes de tiempo, una suave adrenalina te traspasa, si suave se la puede llamar.
No crees que sea tan malo experimentar.
No hablas de probar tomando cocaína.
Solo experimentar.

Hay otra vida detrás de las palabras no omitidas.

Detrás del telón de las mágicas risas desinhibidas.
Hay kilómetros de dudas.
¿Y si si?
¿Y si no?
Muchos encuentros con antifaces.
Algunos super héroes.
Disfraces.
Vértigo fatal.
No vértigo a desnudarse en público a medir pitos.
Vértigo a la verdad.
Asfixiada.

Detrás de tus ojos apagados.

No tristes.
Sino apagados.
Después de tantos puntos y comas se transluce un brillo en la pupila oscura.
Refleja los ronquidos de tu verdad.
Realidad y verdad dormidas en un cuento.
En mil trescientas historias sin contar.

En los cines las películas alimentándose de la fantasía.

La hipocresía riendo.
Queriendo llorar.
Resbala.
La piedad la abraza.
Se desplaza a otra casa.

Sus manos curan tus ojos opacos.

Oscuros.
Sin luz.
Estás pensando que un eclipse de luna podría inventar sus manos esta noche.

Luciérnagas, que titilan el color de sus caricias.

Lloras con gusto pero dolorosamente.
Temblorosa, ayuna la alegría.
Sus manos te calman.
Te alivian.

No hay eclipses.

No hay matices.
Detrás nuevamente se vislumbran tonos grises.
Y las nubes cubren un cielo agotado.

Pareciera que de volar alto otra vez caes a encuentros raros.

Atmósfera.
Vida color rosa.
De nuevo sos vos.
Sus manos nunca dejan de ser.
Y tu pelo nunca deja de extrañar el consuelo de lo raro.

Ya no oís.

No hay ruido.
Parecen caricaturas sin borrar.
No hay idioma que les siente.
Se eclipsan los diccionarios.
Se besan unos tarados.








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