¿Qué más decir?
o platicar del tema.
¡Volvió!
Como suele hacer siempre.
Y osa advertir al tiempo,
de robarse descarado los recuerdos.
Fríos recuerdos si,
pero suyos son.
No son del viento.
No son de la noche.
Son suyos.
Y también lo es su consuelo.
Si porque rayado está pisando baldosas.
Porque adiestrado está.
Saboreando otra vez esa esquina.
Que humilló tantas veces.
Y bendijo en su retina.
Reflejando esa fría e inmunda vagancia.
¡Ja!
Fría la inunda de gracia.
Al fin y al cabo son solo recuerdos.
Y siempre vuelven porque suyos son.
De nadie más.
No hay otro dueño.
Con gran disimulo avista a la distancia cuajada la ignorancia.
Esas baldosas.
Nada tienen de armoniosas.
Sino más bien bastante penosas.
Si de osadías se habla algo rocosas.
Lo que osa hacer cuando se desploma sobre una esquina y todo rebosa.
Los dientes apretados desdoblan cualquier fatiga que provoca aquella esquina.
En las baldosas.
Dejaban vida.
Anarquía.
Rebeldía.
Se estrellaba día a día su estadía recopilando cigarros de mal armar.
De tabaco.
Falsa luz solar.
La luna.
Y ahora se regocija en los recuerdos.
Vuelve un día nomas y quiebra el tiempo.
Un día callado de poco viento.
Un día nuevo.
De barrio.
De osado barrio.
Delincuente.
Y osado barrio.
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