Lo único tangible es el amor.
Supongamos que todo es como tiene que ser. ¿qué saco yo de todo esto? Derroche omnímodo de pasión. De decir te amo. De adoración. Derroche. Efusivo y necio derroche de besos y de sexo.
Supongamos que esto tenía que pasar. ¿Para qué? ¿Para sentir este vacío? Que de tanto ya ni siquiera hay espacio para más nada. La nada expansiva en mi corazón que duele y los ojos secos de llorar un diluvio.
Suponiendo que esto era lo que tenía que pasar. ¿Entonces? ¿Qué? ¿Qué más hay? ¿Hay algo más? O es todo desamor, desilusión, reproche, abuso de bondad, circo, show, vicio, falta de respeto, violencia del habla, injusto todo, mi ser mancillado.
Supongo. ¿Y? suelto el control ¿y? vivo, respiro, me obligo a comer. ¿Y? ¿Eso fue todo? Machacar el corazón. ¿Para qué?
¡¿PARA QUÉ?!
El supuesto que se diluye y al final el amor no fue indisoluble como pensé que lo sería. No fue la beatitud que tanto esperaba, más bien su opuesto. Desconsolada y apiñada en este sufrimiento que me impuse. ¿Por sentir tanto? ¿Por ser sensible? Bestias del asfalto que no merecen una gota de mi cuerpo. Ni una gota de felicidad, ni de tristeza, ni de cansancio, ni de solo vivir.
Supones que sabes lo que haces. ¿Sabes lo que haces? ¿Sabes lo que hiciste? Me vaciaste. Lo bueno de tocar fondo es que no se puede ir más abajo.
Hace rato no me lamentaba del pasado. Supongo que hay huecos que nunca pero nunca se llenan y cuando algo causa más vacío, solo se siente un poco más y revive algo que ya está ahí hace mucho tiempo…no me gusta, ni me copa el estado de victima que pude largar ya hace varios años. Ni conmigo misma. Esta auto conmiseración, es molesta. O al menos delata un pensamiento que así lo percibe. Estalla una vez más el alma, y aún así esta serena. Entonces lo que se perturba es la mente. El aglomerado que cubre al corazón que se parte una vez más y los escombros hacen ruido al caer…todo eso pareciera ser el alma, pero no lo es. Son solo emociones y pensamientos. Ilusiones. La personalidad, el ego haciendo un berrinche pelotudo. El conocimiento sacando inferencias. Lo acumulado que pide formar parte de la obra actual. Mascaras de actores que ya fueron despedidos. Ya no están en el set de grabación. ¿O es una obra de teatro? Ya no aparecen sus nombres en cartelera. ¿Quién aparece en cartelera? Ese nombre se cansó de actuar también. Mi compendio para todo esto es: bienvenida las personas que me quieren. Que me aceptan tal cual soy. Lo que ves es lo que soy. No hay más. No imagines otra cosa. Es eso que ves. No es divertido ni aburrido. No es un juguete. Es una persona. Un ser humano. Humana. Respirando. Queriendo sobrevivir otro día en el planeta. Queriendo encontrar el sentido, un día más. En este mundo. ¿Queriendo ser feliz? Y si, por supuesto…y si eso no es posible: al menos paz. Al menos, mis amigos. Al menos: el sol que me acaricia y algunos recuerdos que anidan mi corazón y se vuelven dulces como un higo recién sacado del árbol. Y el andar que no se detiene me obliga a retener la alegría que me acompañó de chica. Una alegría que casi era una persona más. Era yo, y esa persona alegre que me ayudaba en todo. Era casi una sensación. Bastante indescriptible. Cosmogónica. El hecho de vivir con esa alegría, creo que me salvó de tanta tristeza, de ese nudo constante en la garganta, el pensamiento y el pecho. Pero eso es la vida. Un nudo. El principio, ¿Quién puede acordarse? El nudo constante del presente. El desenlace ¿Quién sabe cuál será? Lo que importa es el nudo. Y la persona alegre que no sé porque se encariño conmigo. Y nunca me dejó. Ojalá se quede. Hasta que todo termine.
Es raro. Me ha pasado incontables veces. Me voy a dormir queriendo vivir el día que sigue. Con unas ganas incontrolables, ansiosas y llenas de ferviente ilusión. Pero al despertar, todo ese sentimiento de ebullición no está. Al menos, no del todo claro. Hoy decidí agarrarme de esas ganas de la noche anterior y volverlas reales. Darles ese espacio necesario para que germinen, para que leven. Me dije: ayer antes de dormir tenía ganas de vivir este día. Con pasión. Con alegría. Con una sensación hasta de paz. ¿Podré agarrarme de todo eso? ¿Y vivirlo copiosamente de esa manera?
¿Podré? Me dije.
Y pude.
Suspendida entre moléculas, crezco.
Carece de suspenso la situación, no es más que una conversación conmigo misma.
¿Cuándo pasó la vida?
¿Cuándo menguó el dolor?
¿Terminó realmente?
Queda el remanente deseo, solo la luz es bienvenida.
El amor está presente más que nunca, porque estoy viva.
Si dormimos y en los sueños nos encontramos, quizás ya está todo dicho.
Si solo te sueño de manera veleidosa, tal vez haya un futuro próximo, juntos.
Y lejos de la abulia de una vida sin propósito, sigo queriendo ser feliz.
¿Hicimos el amor o cogimos? ¿vos que decís? Cogimos amorosamente. Todavía no hicimos el amor…Me encanta responderme preguntas que creo que no tienen respuesta. Y luego sí. Las respuestas llegan. Junto con la lucidez que me proporciona hacer yoga cuando me levanto y luego un mate mientras escribo. Todavía no te hice el amor. Ni vos a mí. Tenemos toda la vida para amarnos. Pero coger. Coger siempre se puede. Se quiere. Quiero que me cojas. Y que me hagas el amor. Un poco de ambas a veces. Y la una o la otra después, dependiendo de las vicisitudes de la época. ¿Está mal? ¿Decir estas palabras? Son tabú. Ja. En esta sociedad de mente putrefacta y licenciosa. ¿Está mal? ¿Hablar de amor? ¿De coger? ¿De hacer el amor? Así nacimos. Y por yuxtaposición crecimos. Más que nunca en la adolescencia. Que adolece. Mucho. Por lo menos en mi caso. Y de adultos, todavía aniñados. Si será un estúpido tabú. Inexplicable.
Suelo querer, suelo caer, del suelo me levanto y vuelvo a emprender un recorrido que es más mío que antes, del cual me apropio con ganas y asumo la incuestionable responsabilidad de la monada vital que vive en mí.
Prefiero este momento, prefiero el presente, es único y real. Y lo que siento me envuelve a veces en movimiento ascendente pero no solo eso, también la rutina es fantástica. Y todo sigue su curso.
Ruedo hacia arriba y ruedo hacia abajo, en los costados encuentro sensaciones que se adaptan a cualquier oscilación repentina del alma. Vuelvo a mí. Una vez más. Vuelvo a mí. Las veces que sea necesario. Hasta que ese estado se armonice y me vuelva luminosa, clara y blanca como un loto.
Entonces lo que precede se manifiesta maravilloso, y procede en milagros que no pueden ser contados aún. Porque precede de un lugar de sufrimiento y procede hacia un sitio más cálido y cómodo donde la felicidad es posible. Y eso, eso si hay que cuidarlo.
Mantengo la llama encendida. Mantengo la brasa incandescente. Mantengo el olvido lejos de dos pestañeos. Y tu lugar favorito pareciera ser en mis besos, que te absorben y se abstraen del entorno, del ruido, de los sentidos, solo el tacto de nuestro amor, nuestra saliva, nuestras lenguas jugando y apretando los labios con suavidad. Y yo te digo que te amo en mi pensamiento.
Digo más de lo que debería a veces, pienso en decir menos de lo que realmente preciso y ocasionalmente digo lo justo, exacto y precoz en su intuición inteligente. Allí yace la multitud de emociones y yergue y emerge lúcido el constante querer ser mejor.
Sin conclusiones, de vez en cuando. Estas ilusiones tienen nombre y apellido. Etapa de resumir un millón de cuentos. Pero olvidé como empezaban algunos, como concluían otros y el nudo de la mayoría. Quizás puedo armar un rompecabezas y unir las historias contadas jamás dichas.
¿Quién diría que una vela podría traer tanta alegría? Yo la prendo para mi Dios, para su hijo y su hermoso espíritu santo. Pido por vos, por mi y por nuestro amor.
Decido hoy ser feliz
me despliego y vuelo
es tu aire el que respiro
y sin motivos te invito a soñar.
Decido entender el karma
hasta quizás un tanto me obligo
no hay pereza en amar
sin descuido te prohíbo el olvido.
Decido estar al sol
ponerme el sombrero
lentes oscuros
y vestir tu amor.
Amando la incertidumbre
revoleando los ojos entre pensares
consumida en esta elocuente espera.
Queriendo sentir proximidad
comprendo que tu tiempo no es mío
preciado el reloj que ya no miro.
Sin dudas seremos
es un presentimiento
mientras tanto vivo de eso.
Tu presencia es arrolladora
me vestí de vos
y ahora te llevo conmigo.
La idea de olvidarte
me sedujo ayer
hoy la deseché.
Primero yo
después vos
pero antes que todo: Dios.
Primero yo
después vos
y por supuesto: el arte.
La inveterada tristeza menguó y pude fluir a través de los días, con la pesada idea de retenerte. Ahora dejo que se diluya todo concepto. Sigo la guía divina, porque la intuición esta subyacentemente dominada por el amor que despertaste en mí. Obsesivo. No sé si llamarlo amor. Tú extrema y ubicua locura me persigue día tras día, sin respiro ni aliento. Sin piedad. Y me tortura. ¿Cómo sigue todo esto? En calma, en paz, dulcemente. Así soy yo. Una persona maravillosa que aprendió a ser bondadosa. Y de repente estas palabras de auto-adulación me sacan una sonrisa. Y hace unos días, mirándome en el espejo, desdichada, llorosa, penosa, sin rumbo, inquietada por tu ausencia, me dije: perdón. Te perdono, me respondí. Te perdono. Y surgía una nueva y renovada sonrisa, llena de brillo. De pureza. De todo eso que si soy. Mientras desayunaba hoy, con la luz del día nublado y lluvioso, pensé: ¿por qué hay que estar constantemente en contacto y hablando con una u otra persona? Antes no era así. Podía pasar un día entero sin saber absolutamente nada de nadie. Omnímodamente sola. Impasible de ignorancia ante cualquier evento externo. Libre de whatsapp. Instagram. Libre. Ahogada en esa libertad por supuesto. Pero libre al fin. Pensé eso y me trajo una extraña sensación de alivio que recorrió la espina dorsal, llevando a través del sistema nervioso la paz tan anhelada de estas últimas semanas.
Estoy a punto de olvidarme de tu cara
estoy a punto de olvidarme de la expresión de timidez de tu rostro al verme
estoy a punto de olvidarme de mi también
de tanto pensarte
ya casi no respondes
ya casi estoy a punto de olvidarte
de tu voz más que nada
y me aferro a algo
y quiero apretar los ojos y escupir toda la tristeza
y siento …
siento tanto…
a veces demasiado…
me agobia.
Estoy a punto de olvidar como te llamas, tu sonrisa, tus manos, tu locura.
Por suerte tengo el arte, que me salva la cabeza y el alma entera.
Y no paró de llover en mis ojos y aún así volvió a salir el sol y la humedad impregnó un no sé qué, un algo por descifrar, descubrir.
Y no paró de llover en mis ojos y aún así resurgí como un animal huérfano uniéndose a otra manada, una distinta, que lo acoge y le muestra un nuevo rumbo para andar.
Y no paró de llover en mis ojos y aún así permanecieron abiertos, queriendo interpretar el milagro de la vida, del ser y del mundo entero.
Porque el reflejo fue confuso y ya no supe quien era yo. Y aún así me perdí en vos. Digo aún así porque no hice caso al alerta rojo y así voy de manada en manada ajena queriendo entender un andar que no es mío.
Y no puedo decir que el reflejo de tu espejo me traicionó. Porque quise ver lo que yo quise ver. Pero no sé porque me puse la venda. Más quise tocar lo que quise tocar. Y sentí que la venda apretaba mis muñecas ahora sin dejarme palpar. Más quise sentir lo que quise sentir y eso ya nadie pudo arrebatármelo.
Y no paró de llover en mis ojos y aún así pude ver a través de un vidrio empañado y de una mirada nublada de tristeza, una bien antigua. De tantos falsos reflejos. Intactos recuerdos. Abrumante pasado que quiero soltar. Y te volves pasado a cada instante. Este segundo, se va y es pasado. Entonces ¿Qué es el presente? Más que otro recuerdo que se apila en la pila de recuerdos.
Y no paró de llover en mis ojos y aún así me sentí viva. Y aún así volví a creer en el amor. Aún así lo cursi. Lo romántico. Pero la libertad. Oh libertad. Dulce. Presente. ¿Qué más presente que la libertad? Que todo lo abarca. ¿Qué más genuino? La alegría. Por supuesto. La alegría. De estar viva. Y hoy: me levanté con ganas de vivir.
Eso que sentía cuando te veía ya no existe
Solo tuvo preeminencia el deseo vivo en mi
Con su muerte y el compendio de lo que fuimos
pude volver a mi, ya te olvidé
Claro que un nuevo amor ayudó
Aunque ambiguo y confuso
Te desterró para siempre de mi corazón.
Observando el ambivalente movimiento de las nubes en el cielo pienso en nuestro amor.
Que en su principio lo sentí poderoso e inexorable, como el pasar de los minutos de este domingo.
Las nubes más altas parecieran estar estáticas en su permanencia en tanto al sol firme y omnímodo al día que se presentó nublado y lluvioso de madrugada tardía.
Pero las nubes más bajas y más cercanas, las observo fluir con apuro y expansión. Divulgando su porosa inestabilidad, nublando el día y desapareciendo luego en cuestión de segundos.
¿Me pregunto cómo será nuestro amor?
Comparativamente a mi compendio de lo que acontece en este cielo dominguero.
Solo sé que quiero ser ese sol.
Resplandece absoluto.
Impenetrable.
Incuestionable.
Encandilante, enceguecedor.
¿Acaso no es todo invaluablemente mejor cuando el sol sale?
Acaricia la piel, entibia el alma. Dulce néctar de la vida.
¿Cómo saber?
Hablan de más o no hablan
las criaturas del planeta
en sombra o en luz.
Hablan de más o no hablan
los seres que respiran un oxígeno antiguo
y disfrazan sus pesares.
Hablan de mas o no hablan
muy pocos son fieles al amor del mundo
y se requiere su presencia urgente.
¿Cuánto más falta?
¿Cuánto más podré esperar?
Si en la constante y permanente ansiedad la vida se esfuma.
Hoy te abrazo momento eterno
te abrazo y te aprieto
queriendo detenerte
pero tu marcha se acelera
y solo resta vivir.
¿Y si respiro más lento?
Hoy a diferencia de los últimos días
hoy quiero que el tiempo se expanda
que el día dure un poco más
pero los momentos se suceden
y la soledad se aproxima
se presenta con su impecable curriculum
parece experta
y lo es.
Descanso en este abrazo disfrazado de tinta en esta hoja.
Un abrazo que no tiene comparación
porque el tiempo así lo quiere
hay veces que no todo se puede describir.
Y ahí solo resta callarse.
Y el silencio que aparece
es la única respuesta que obtengo
y abrazo este momento también.
Ilusiones se desprenden
como descascarándose de la pared del corazón
comparto algunas melodías
y disfruto de escucharte
cuando me gusta la voz
se que perdí…
Ilusiones me absorben
como el fondo de un lago sin sal
somos aire
quiero aprenderte
faltan muchos kilómetros
y ya estoy agitada…
Ilusiones que bailan
en la atmosfera de la juventud
subiendo a un cielo eternamente rosa
de nubes que se tocan
chocan y llueven
mojando todo el planeta…
Ilusiones que ríen
a veces lloran
por sobre todo
quieren amarse
armarse de coraje
y patinar el hielo del tiempo…
Ilusiones pequeñas que no saben
descienden de palabras mudas
se aferran a un alma sabia y antigua que las acoge
quieren dispersarse pero el volcán hizo erupción
y la sabiduría de los años las quema
se rinden entonces a la transformación…
Ilusiones en el corazón
son mías
pero ahora también tuyas
y del mundo
más que nada de Dios
que las vuelve real, como esta poesía…
¡Mira que se me va!
y por más que quiera retenerla,
por más que quiera,
es la tentación disfrazada de sensaciones.
¡Mira que si no estas se me va!
esa agraciada pasión,
repentina y abrumante,
como el viento fresco cuando hace mucho calor.
Mira que la quiero apretar,
fuerte, muy fuerte en mi mano
¡y que no se vaya!
pero la confusión es mayor...
¡Mira que si no me hablas se va!
si no apareces,
¡se va a ir!
y ya no voy a poder hacer de cuenta que... que sigue ahí.
¡Mira que se me va!
mírame,
¡estoy acá!
todavía esta caliente,
como la braza en la base de la columna.
Como la última canción que compuse,
se siente tan reciente,
se palpa con la boca y con el espíritu,
pero no sé cuanto más pueda mirarla sin parpadear.
¡Mira que te avise que se va!
y por más que ahora esta acá
y es reciente y se palpa y bla, bla, bla,
si no me miras, si no me hablas, se va a ir.
¡Mira que se va!
¡y no se a dónde!
sino no me preocuparía
y no te daría este aviso disfrazado de poesía.
Hoy hice una videollamada con Miguelito, le mostré mis peluches. En especial a Robertito "la mini oveja" Le dije que se lo iba a regalar y me dijo: pero si es tu favorito! no podes regalármelo. Tiene 5 años. Y es de virgo.
Y por un minuto de sol
se que solo este cuarto lo recibe
en marzo el verano se aferra en esta tarde
un sol pequeño
en una delgada línea
entre edificios
me acaricia
reímos juntos
aún
en tiempos de pandemia.
estoy donde estoy
y quiero lo mejor
mayormente
en la ausencia de dolor
como dice Schopenhauer.
¿Dónde encontrarte?
quizás entre dos edificios.