martes, 31 de octubre de 2023

impasible

La inveterada tristeza menguó y pude fluir a través de los días, con la pesada idea de retenerte. Ahora dejo que se diluya todo concepto. Sigo la guía divina, porque la intuición esta subyacentemente dominada por el amor que despertaste en mí. Obsesivo. No sé si llamarlo amor. Tú extrema y ubicua locura me persigue día tras día, sin respiro ni aliento. Sin piedad. Y me tortura. ¿Cómo sigue todo esto? En calma, en paz, dulcemente. Así soy yo. Una persona maravillosa que aprendió a ser bondadosa. Y de repente estas palabras de auto-adulación me sacan una sonrisa. Y hace unos días, mirándome en el espejo, desdichada, llorosa, penosa, sin rumbo, inquietada por tu ausencia, me dije: perdón. Te perdono, me respondí. Te perdono. Y surgía una nueva y renovada sonrisa, llena de brillo. De pureza. De todo eso que si soy. Mientras desayunaba hoy, con la luz del día nublado y lluvioso, pensé: ¿por qué hay que estar constantemente en contacto y hablando con una u otra persona? Antes no era así. Podía pasar un día entero sin saber absolutamente nada de nadie. Omnímodamente sola. Impasible de ignorancia  ante cualquier evento externo. Libre de whatsapp. Instagram. Libre. Ahogada en esa libertad por supuesto. Pero libre al fin. Pensé eso y me trajo una extraña sensación de alivio que recorrió la espina dorsal, llevando a través del sistema nervioso la paz tan anhelada de estas últimas semanas.

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