Sola de a lapsos.
Aterran inesperadamente las ganas de llorar.
Aterra ahogarse.
Fastidio absurdo de soledad.
Declaro ser tierna cuando no hay a quien demostrarselo.
Sin dejar de soñar desciendo a un lagrimeo que chapotea en un suelo pisado, abandonado y sobrepasado.
Dolor acude arrastrado, ensanchado, hastiado hacia una fuerza que inmoviliza; que al revés que un imán, expulsa y rebosa mil razones que contagian consuelo.
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