Hace fresco y abrí la ventana para ventilar, si pudiera de
alguna forma, así también, ventilar mi mente. Mi corazón. No podría decir nada en
mi contra, nada.
Siento toda esta
confusión y dejo que repose. No fueron mil noches, ni mil días, pero se siente
extenuante. Aún así, sigo.
Yo sigo.
Siempre.
¿Desde qué lugar lo hago?
Ya no más
desde el olvido, necesito aprender.
Siento, inevitablemente, una transformación.
Algo cambió.
Metamorfosis sucedió y eso es incuestionable.
Con eso de: madura, fue tajante, hiriente y certero.
Era lo que necesitaba escuchar y el universo me
lo dijo a través de su fría boca.
Completa.
Sigo.
Desarrollando mi presente y vivo.
Respiro
ahora, ventilando el cuarto y mis emociones.
Mi mente, que pareciera volarse,
desprenderse de lo habitual, quiere conseguir todas esas respuestas que
parecieran huir.
Persiguiéndolas estamos entonces.
Es realmente una aventura la vida. Y nada sucede tal cual lo
espero.
Nunca.
Y eso está bien.
Hay que
estar en armonía y reconciliado con los eventos.
Con lo que el camino
manifiesta.
No en lucha.
Al menos, no en constante lucha.