Fui para atrás, luego adelante. Al costado. Abajo, profundamente. Arriba. Más de una vez. Arriba, arriba, arriba y más arriba: a las nubes.
Me pasé de largo. Más de una vez, me pasé. Pero volví. Siempre lo hago. Y el eje tiene un color luminoso muy brillante y es imposible no sentirme atraída por él.
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