Y esta vida que es mía, esta vida que integra cada célula, clonando pensamientos que no sé de donde vienen, ni porque llegaron a mi mente. Como un océano abastecido de mil ríos, que al desembocar olvidan su origen y se vuelven uno con el océano. Así me pasa cuando me enamoro. Olvido mi origen, quien soy, que quiero, y aprieto el alma para recordarlo. Por eso duele. Y hace días que mi alma quedó trancada en mi garganta y el nudo me dice que tiene algo que gritar. Y vuelvo a recordar que hay que ser inmune a las críticas y a las adulaciones. Solo sirven las palabras de amor. De la verdad que habla a través del amor indisoluble e incondicional. Esa verdad que manifiesta un abrazo sincero de alguien que te ama ¿Cómo se hace cuando pasaste toda una vida necesitando esos abrazos? Supongo que el faltante hizo que todo sea como fue. Que yo sea como soy. Sobre todo cuando me enamoro me extravío de mi misma. Y volver a mi me cuesta más de lo que quisiera. No hay inferencia esta noche. Solo intimidad con mí ser. La mirada externa de quien soy, sintiendo y queriendo vivir en paz. Saturada al colmo de pensamientos y de emociones encuentro descanso en escribir ¿Por qué pienso tan distinto? ¿Por qué a veces me justifico? ¿Por qué debería? Si justamente es eso lo que me hace tan diferente del resto. Tan volada sobre los demás. En definitiva, quien soy, es lo que soy, volada y con estas justificadas maneras que intento explicar flotando en la locura que me caracteriza y no pudiendo siquiera encontrar las palabras que describan lo que es mi mente y mi corazón. Lo que ven, es solo la punta de un icebarg bastante inmenso, colosal y aterrador. Creo que todos tenemos un poco de miedo en explorarnos ¿Quién sabe lo que vamos a encontrar? Hay algunas cosas que una vez desenterradas, no se pueden volver a esconder.
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