¿Cómo puedo hacer para entenderlos?
Para entrar en alguna mente.
¿Qué más queda?
Al final solo vendrá el recuerdo de la infancia.
Prevalecerá indisoluble en mi memoria de anciana, ¿Quién sabe? Si llego.
El nudo en la garganta se hace protagonista por no sé cuantas veces ya perdí la cuenta, quizás fueron pocas, pero a lo largo de la semana se juntaron algunos nudos más. Y ahí tenes para sumar. Me hago un collar.
Hoy me pusiste límites, abruptamente. De mierda los limites. Pero límites al fin. Cuando llegan los límites de mierda el orgullo es el primer soldado que sale a combatir. Para terminar rendido, ridiculizado, pidiendo perdón, por favor no me cortes el teléfono. No me cortes.
Me cortó.
Lo volví a llamar.
Esta sequedad en mi boca, en mi garganta.
Este fin de año inherente a la ruleta que habita la montaña rusa de la vida y sus apuestas.
Se sortean destinos.
Ninguno controlable ni maleable.
De forma cierta en su testimonio, una forma que se moldea a sí misma y nunca más vuelve a repetirse.
¿Qué veo cuando me veo?
¿Qué ves cuando me ves? ¿o cuando te veo?
Confusión. Loop. Que se yo.
No debí escribirle. Quedó en llamar y no lo hizo y lo reclame. Y fue una charla patética. Lo fue.
Esta todo podrido.
¿Para qué mierda le hable hoy?
¿Para qué mierda?
Para eso: la mierda.
¿Qué hago mendigando amor? ¿me queres decir que mierda hago mendigando amor? ¿Qué no sufra me dice? Qué envidia mi libertad. Ja
Si.
No sabes.
Cuanta libertad tengo.
Aprisionada en esta mente, con estos condicionamientos de mierda.
Ya no sé quién soy. Ni quien sos vos.
Tenes razón, no te conozco y no me conoces. Y por como viene la mano, nunca nos vamos a conocer.