Arribado el vuelo, descansa el pájaro.
Algunos momentos de paz absoluta.
La injusticia nos colma. Injustos por el frío de mirar hacia otro lado.
Agotada la reserva de lágrimas, ¿solo resta eso? ¿Mirar hacia otro lado?
Como un témpano que va activando su temperatura bajo cero al absorber los pensamientos compasivos.
Y las masas se dejan arrastrar por el gélido viento, aprenden a mirar hacia otro lado también.
Es contradictorio, para algunos, el frío se torna cálido, reconfortante.
A otros, algún atisbo de calor, les hiela aún más la piel. Produciendo escalofríos en esos icebergs humanos.
Reposar en ese glaciar nos quema.
Y el sol que pocos parecen notar, torna desértico el paisaje.
Pero aún queda mucho fuego humano, para compartir.
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