Un día se aquieta la mente, despierta inconsciente. Despega el unicornio, se abre paso entre los monos.
Un día que pasa de largo, pasa los semáforos en rojo. Resuelve el enigma la esfinge y cree poder con todo.
Un día que sin turbinas raspa y quema el asfalto. Resetea un cassette automático y cree en disparates.
Un día toma conciencia y luego vuelve a perderse y te confiesa con culpa y miedo que se pierde.
Sé que en algún momento el rumbo tomado a la vuelta de la esquina ansiosa me ha encontrado. Siento que alucino pero lo mas seguro es que vivo.
Un día pensé que tener un piloto para la lluvia era algo importante, algo en que pensar tener.
Un día de oferta lo encontré, no tenia plata.
Lo dejé pasar...
Y lo dejé pasar...
¡Y lo dejé pasar!
Un día quiero detenerme y cuando pienso en parar se me aprieta el estómago, y se me encogen las venas.
Pierdo ese diccionario que me recuerda todas las palabras y traduce el amor que tengo.
Un día me temo perdí la ilusión. Y la pasión. Salí disparada como bala de un cañón antiguo, sin dirección, sin destino.
Y me la di contra un poste.
Nuevamente me detengo, pienso. Paro y observo. Veo tirado mi consuelo.
Le doy una mano, hace frío.
Un día lejano acudí a ti consuelo.
Un día, me dejaste ir.
Hoy triste, otra vez, te encuentro.
Te necesito, te enciendo esta vela que es mi cuerpo, te presto la imagen del respeto, te creo dolor, te doy algo en que ocupar tu tiempo.
¡Oh! ¡extenso consuelo!
¡Oh! ¡a ti acudo en la noche que nos enlaza a una noble angustia!
Aunque firme yace este contratiempo, me vuelvo hacia la brújula, con una sonrisa.
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