Un día se aquieta la mente, despierta inconsciente. Despega el unicornio, se abre paso entre los monos.
Un día que pasa de largo, pasa los semáforos en rojo. Resuelve el enigma la esfinge y cree poder con todo.
Un día que sin turbinas raspa y quema el asfalto. Resetea un cassette automático y cree en disparates.
Un día toma conciencia y luego vuelve a perderse y te confiesa con culpa y miedo que se pierde.
Sé que en algún momento el rumbo tomado a la vuelta de la esquina ansiosa me ha encontrado. Siento que alucino pero lo mas seguro es que vivo.
Un día pensé que tener un piloto para la lluvia era algo importante, algo en que pensar tener.
Un día de oferta lo encontré, no tenia plata.
Lo dejé pasar...
Y lo dejé pasar...
¡Y lo dejé pasar!
Un día quiero detenerme y cuando pienso en parar se me aprieta el estómago, y se me encogen las venas.
Pierdo ese diccionario que me recuerda todas las palabras y traduce el amor que tengo.
Un día me temo perdí la ilusión. Y la pasión. Salí disparada como bala de un cañón antiguo, sin dirección, sin destino.
Y me la di contra un poste.
Nuevamente me detengo, pienso. Paro y observo. Veo tirado mi consuelo.
Le doy una mano, hace frío.
Un día lejano acudí a ti consuelo.
Un día, me dejaste ir.
Hoy triste, otra vez, te encuentro.
Te necesito, te enciendo esta vela que es mi cuerpo, te presto la imagen del respeto, te creo dolor, te doy algo en que ocupar tu tiempo.
¡Oh! ¡extenso consuelo!
¡Oh! ¡a ti acudo en la noche que nos enlaza a una noble angustia!
Aunque firme yace este contratiempo, me vuelvo hacia la brújula, con una sonrisa.
martes, 21 de octubre de 2014
RADAR
Miro al cielo siento el respiro intento entumecido de caer en en asfixio cerca las calles y árboles partidos del egoísmo agitador organismo incomprendido victimario de si mismo, tránsito y tren reunidos. Se hace tarde y las horas se hacen migas en mis bolsillos pecados, pegados también y subrayan toda ruina desconocida anormal como sintética situación sin un radar...a mano...
Tierra
Si la vida no doliera tanto,
yo te cantaría mil canciones.
Pero como quiero ser feliz,
mi querida tierra,
te las cantaré igual.
Te las cantaré,
como cantan las aves,
antes de volar contra el viento.
Llenaré mi voz y mi canto
con insondable sentimiento.
Adivinarás que soy yo quien las canta
pues es mi tiempo de cantarte tierra mía.
Si la vida no doliera de esta manera,
yo usaría todos los días
un perfume diferente de flores extintas.
Diría una y otra vez lo linda que te ves al amanecer,
y en las noches te abrazaría,
como la luna se deja abrazar por el sol en la noche,
rezongando de su calor
pero aceptando su luz sin reproches.
Si esta vida no doliera lo que duele
yo andaría descalza por ti tierra amada
y ya no me inquietaría el áspero asfalto
ni el enojo de la ciudad.
Pero la vida duele
y la felicidad no alcanza en su inmensidad.
Aún así sé que existe dentro mío,
una indudable certeza
y es que a la luz del sol yo podré amarte,
a la sombra de un árbol yo podré descansarte tierra mía.
Cuando las almas lloren
y no puedan contener su agonía,
yo besaré tus pies en mis pies a la orilla del mar.
Y si un día llego a olvidarme
que este dolor es real,
ese día habré cumplido mi promesa
de entregarte mi vida entera,
a ti tierra amada.
yo te cantaría mil canciones.
Pero como quiero ser feliz,
mi querida tierra,
te las cantaré igual.
Te las cantaré,
como cantan las aves,
antes de volar contra el viento.
Llenaré mi voz y mi canto
con insondable sentimiento.
Adivinarás que soy yo quien las canta
pues es mi tiempo de cantarte tierra mía.
Si la vida no doliera de esta manera,
yo usaría todos los días
un perfume diferente de flores extintas.
Diría una y otra vez lo linda que te ves al amanecer,
y en las noches te abrazaría,
como la luna se deja abrazar por el sol en la noche,
rezongando de su calor
pero aceptando su luz sin reproches.
Si esta vida no doliera lo que duele
yo andaría descalza por ti tierra amada
y ya no me inquietaría el áspero asfalto
ni el enojo de la ciudad.
Pero la vida duele
y la felicidad no alcanza en su inmensidad.
Aún así sé que existe dentro mío,
una indudable certeza
y es que a la luz del sol yo podré amarte,
a la sombra de un árbol yo podré descansarte tierra mía.
Cuando las almas lloren
y no puedan contener su agonía,
yo besaré tus pies en mis pies a la orilla del mar.
Y si un día llego a olvidarme
que este dolor es real,
ese día habré cumplido mi promesa
de entregarte mi vida entera,
a ti tierra amada.
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