Cuando camino tengo noción de que no hay ningún testigo, y así voy rumbando los costados de la fantasía más real que uno puede tener en pie.
La sangre estancada viaja dedo por dedo, y es ahí cuando se empieza a agitar y los pensamientos cobran sentido.
Creo que por la tarde tuve un encuentro de mentira y también uno de verdad.
Fue real pero a la vez una fugaz ilusión que hace un mago. O un buen profesor de quinto grado queriendo impresionar a sus alumnos.
Quedé suspendido en la atmósfera donde se puede respirar y en la que no.
Jugando a ser mago, jugando a ser niño.
Creando una ilusión que sin actores se volvió una ficción y sin guiones se hizo realidad.
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