martes, 25 de septiembre de 2012

Feliz

Cúrame, sonríeme.
Entre tanto el gato sale y entra por la puerta de mi cuarto. 
Se cuela el frío en la expresión. 
Ha madurado un durazno, que transformó el aire al caer del árbol. Al caer se trasladó a otro plano y otro ser absorbió su líquido dulce. Un sabor enérgico fructuoso del jugo que va corriendo por ese diferente plano.
Qué curioso es verse fundido en una situación en la cual no buscas ser parte.  
Fue hoy que sucedió todo. Lo bueno y lo malo, todo junto, esta vez sí en el plano emocional. 
Uno gris, otro rosado.
Te busco, te miro. Ojos. Quedan grabados tus rayos en mí.
Me busco y te río. Te sonrojo y te saco una carcajada, y me gusta. El durazno no me alcanza, y busco verbos y no los encuentro.
No hay verbos.
Recopilar datos, mecer la silla hasta que se rompa, clavar las astillas de la madera de la silla rota en un pedazo de tergopor.
Mirarte diez horas seguidas sin perder el ritmo del universo que gira.
Luchar y aburrirse.
Llorar, gritar. 
Saber, querer.
Leer, querer ser parte de una lectura.
Pensar en ser leído. 
Llorar lágrimas invisibles de una tristeza seca.
El amor todo lo puede.
¡Amar entonces!
¡Brillar entonces! 
Que de sol estamos hechos y hacia el vamos.
Buscando palabras que me suenen a canto y recitarlas internamente al delirio.
Afuera los demás hacen huelgas, y esa sí que es una palabra externa para mí.
Y lo extremo ya no es habitual.
Y encuentro un remo que me ayuda a deslizar el bote hacia aguas menos turbulentas, aguas menos pantanosas. 
Hacia un mar en mi corazón.
Que el agua me cure los pulmones por haber fumado desde la adolescencia, que realmente adoleció. 
Su presencia no bastó para calmar esa violencia, esa rebeldía encausada a aprender. 
¿Qué aprendo? 
¿De qué me prendí?
Prendí fuego porque sé quemarme de vez en cuando.
Vuelvo al equilibrio, no sé si lo notan.
Lo noto dentro de mí.
Y de escribir sobre el renglón, ni por debajo ni por encima, justo siguiendo esa línea, con un pequeño margen de tolerancia.
El cuento gris ya no lo cuento.
La moto encuentra a su dueño y muchos bigotes se despeinan al encender el motor; pero recordemos que buscaba centrarme.
Equilibrio emocional y mental, que no es fácil de administrar. 
La empresa más segura para alcanzar la felicidad. 
Porque en definitiva quiero ser feliz.
Porque en definitiva, quiero ser feliz.
Y porque realmente en definitiva quiero ser feliz. Feliz.
Feliz. Feliz. Feliz. 
¡Feliz!

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