domingo, 5 de enero de 2025

Basta de rotos

Frenaré el contingente de una vez o quizás hoy y mañana, y así. Cada día, pondré una valla a las dudas, a todo lo falible, a lo que me aflige y estorba, por no tener lugar en el presente.

Pospondré la muerte aferrándome a la vida y a mi momento de ahora, a los segundos que implican ver un árbol en flor, o una nube suspendida, en pausa, en el cielo.

Quebraré los instantes de tristeza volviendo a dónde fui feliz, al risueño recuerdo de un amor, o la caricia de mi madre o mi padre o la mirada cómplice y alegre de mi buen amigo.

Y ya no buscaré encajar dónde las piezas cuadradas me piden que deje de ser cóncava, o busquen ignorarme en el peor momento de tristeza y quiera ahogarme por no obtener ayuda de los invisibles.

Quieren que no estorbe, pues lo consiguieron, porque solo espero la invitación de los justos con mi causa, de los seres amables y pacíficos a mi espíritu.

Y las sobras no serán, y las contiendas me esquivarán porque temerán la justicia de mi alma, residiré solo en el amor y en la bondad de mi dios que todo lo sana y todo lo contempla omnisciente.

Purificaré mi dolor con instancias de ver la verdad del mundo, del universo, de las inconmensurables pupilas del hado, de mis ancestros, quemando el karma inexistente sostenido de amor y compasión.

Ya no lloverá en mis ojos, ya no dudará mi corazón, ya no resistirá mi alma, solo seguirá los pasos de la existencia mía con alegría, con valentía, con ganas de vivir, sintiendo el coraje que reside en el respeto.

viernes, 3 de enero de 2025

El anhelo

Hay arañas en la casa,

una de cuerpo chico y largas patas en el baño,

y varias similares en la habitación.

Hay dudas chicas con muchas patas también.

Un cerco hermoso y a través la mirada descubre un jardín donde revolotean mariposas naranjas y negras.

Hay sueños dónde el dulce de leche pareciera ser real, y lo es.

Comparto.

Doy.

Surjo de un estado imparcial y me dejo envolver por nubes suaves que me prometen un devenir lleno de dulzura y amor.

Me pregunto tantas cosas, algunas las escribo, otras quedan suspendidas en la mente como un cáliz que no existe y solo puedo palparlo cuando medito, o intento hacerlo.

Hace calor, el mate está caliente.

Me acompaña una duda, que parece una araña, no molesta, termina comiéndose a los mosquitos de la ansiedad.

Me inquieta una perspectiva que caducó hace siglos.

Mi alma entiende que puede ser cognoscible pero también un albur de deseos que no le pertenecen.

¿Cuál es mi anhelo?

Hoy: agradezco estar viva.

jueves, 2 de enero de 2025

¿Quién sabe?

 Hoy pienso en él. 

Otra vez. 

Ahora que sé que está acá. 

Vuelvo a querer que me escriba. 

Que me hable, 

que me llame, 

que me diga algo. 

Nada aún. 

¿Cuánto más retrocedimos? 

¿Ya no nos conocemos? 

¿Sabremos nuestros nombres? 

Es todo una ilusión…

¿Quién sabe?

Fragmento 5

¿Quién dijo que era fácil? Ilusamente mucho tiempo lo creí, atravesando mares de confusión, autodestrucción, baja autoestima, inseguridad, tristeza, angustia, pantanos de dolor, viscosa realidad atravesé. Tinieblas y desiertos, bosques embrujados lleno de payasos maliciosos. Gente que no da. Gente chota. Gente. Que se yo. Tampoco puedo juzgarlos. Eso solo Dios. Pero, algunos seres de luz también. Gente que me veía.

Hoy me veo yo.

¿Quién dijo que iba a ser fácil? Yo pensé que si. De verdad que lo pensé. Hasta me lo creí. Me convencí de que todo era así: fácil. Cuanto más me mentía a mí misma, más difícil era. Capa por capa se cayó el mundo de fantasía en el que me encontraba. Cayeron los edificios. Las torres. Las plazas y sus monumentos. Ja. Todos sus monumentos, destruidos. Se derrumbó todo. Y empecé de nuevo. Nunca de cero. Empecé otra vez, desde dónde quedé. A veces juntando los pedazos rotos, tratando de recomponer algo. Volviéndome loca en el intento. Frustrándome. Hoy no busco en el suelo lo que está roto. Hoy se que renací gracias a esa ciudad perdida, abandonada y destruida. Es parte de mí. Ahí también me encuentro, mientras construyo la nueva. De a poco. Miro las ruinas de lo que fue. Sé que siempre puedo volver ahí a buscar calma, a entenderme, a sanar y comprender. Creo que todos tenemos nuestra ciudad perdida, nuestro mundo roto, en ruinas. Ahí es donde más compasión hay que tener. Lo nuevo no se hace de lo viejo, sino que trasciende a todo aquello que nos dolió y nos renueva. Esperanza, amor, volver a creer. Y entender que no somos perfección, somos la ruina y la esperanza de volver a construir.