Dije basta de rotos pero
¿y si yo también lo estoy?
pensalo.
Un torbellino carece de mente
y la tormenta no quiere a nadie
solo rompe cosas con su vendaval.
Ni de casualidad te voy a escribir
soy como un rayo de sol
que no tiene cartuchera
que no tiene hilos
ni cadenas.
Ya me solté
soy un rayo
que calienta la superficie de una inveterada piedra
y acontece que las nubes se tomaron un descanso
solo hay luz en este momento.
¿Y entonces?
ni de casualidad vamos a volver
porque nunca fuimos
solo la locura fue protagonista.
Ni de casualidad vamos a volver
porque no existo
porque no existís.
Ya pasaron los 1000 años
ya somos polvo
y dentro de mucho tiempo
quizás también
polvo de estrellas…
La cama sin hacer, yo escribiendo. Deduzco que no importa la cantidad, sino la calidad. Los barullos de la mente y los ecos de los pensamientos encuentran las migajas del recuerdo y un presente hermoso que se deja contemplar entre sol y primavera radiante.
Cuando más lo necesito, dios está. Ya se abre paso el cantar y una nueva canción, peregrina entre sus pares, se hace notar. Lo demás, agua abajo del puente. Todo aquello, más visiones que no puedo mirar con los ojos, pero si con el corazón. La luz entra, la telaraña resiste y a la vez, cuelga débil, pidiendo ser removida. El espacio detrás quiere ser visto.
Y las personas andan. Van. Vienen. No miran, más estorban con su mirada. Buscan. Más nunca encuentran. Van. Vienen. De repente, luz. Un ser que sabe sonreír. Y todo se vuelve inefablemente leve. Omnímodamente amable. Seres de luz con espada y escudo en mano. Salgan a defender el mundo. Salgan a brindar su mano. Remuevan el polvo del macabro. Macabro. Macabro. No más.
Me miro en el espejo, no sé quién soy. No sé quién soy. Todavía no sé quién soy. No lo sé.
Tengo un flequillo ahora. Pero no sé de quién es este rostro con flequillo. Deja al descubierto una cara, unos ojos en ella, una nariz y una boca. El semblante es serio y hermoso. Me mira y yo no sé quién es.
Entiendo que siento la soledad en los huesos. Sé que ando sola. Solitaria. Vagabunda en mi mente. Extraviada en mis emociones. Mis, mis, mis ¿mis? ¿Mis qué? No es nada mío. No hay separación.
Ando y ando, el derrotero se vuelve inflexible. Yo elegí. Yo decidí. Ya no hay vuelta atrás. Amarme es urgente. Aún sin saber quién soy. Amarme como desconocida.
¿Cuántas veces amé a un desconocido más que a mí misma? Incontables veces ya. Infinitas y estúpidas también. Las veces. Estúpidas veces. Ubicua estupidez me definió. Pero ahora el cambio radical. O eso espero al menos. Aunque no sepa quién es esa mujer en el espejo.
El espejo.
No mintió. Reflejó la tristeza más dulce. Esa que fui de adolescente. Un enojo inefable e inexorable. Solo el espejo atajó la ira. Que fue devuelta con indiferencia en la nimiedad del momento. Quizás en ese espejo quedó atrapada la furia del incierto devenir y la ansiedad insondable.
Para escapar y no parar hasta advertir una fútil sonrisa, miserable en su nacimiento.
Muere la sonrisa.
Mil tardes en las que la mirada perdida busca algo de qué agarrarse. Y sin éxito, cualquier imagen es mejor que hacerse cargo de la propia existencia.
Siento el planeta partirse en dos, de solo pensar que mi mamá es la loca del barrio.
Que injusto.
La desolación de un mundo cruel, caótico y ausente de empatía.
Ausente.
Vacío.
La ingenua rosa sigue perfumando el aire de algún jardín. En otro sitio, una familia unida ríe. En tantas otras ciudades, hay gente que comparte, que tiene un amor.
No todo es malo.
Brindo por todos ellos. Por todas ellas.
Oxigénate corazón.
Hoy, sé que todo va a estar bien.
Se siente como una mentira.
Para nada piadosa.
Una mentira que me digo.
Quizás de tanto decirla…quizás, se vuelva verdad.
Hola. Ya tomé sol. Ya leí un cuento aburrido de Borges. Ya me desperté con mensajes que no tengo ganas de responder. Ya pensé con amargura en él.
¿Y ahora?
Norah Jones.
Ahora: mate.
Ahora: calor.
Ahora: mi vida.
Lo que hay, lo que falta.
Lo que fue y ya nunca será.
Lo que será porque nunca pudo ser.
…
Resuelvo misterios sin precedencia.
Algo que está solo en mi mente y solamente.
Una preocupación que me ocupa.
El recipiente se amolda, las formas son filosas y pinchan.
Hay tierra para esconder la cabeza, pero no hay ganas de hacerlo.
Hastiada, suspiro.
¿Recuperaré hoy la espiritualidad?
¿O me redimiré de ella por el resto del día?
¿Será acaso?
¿Será un mejor y copioso momento alegre el venidero?
¿O las fruslerías de tu andar adolescente por el derrotero, consecuente y frágil, me harán renunciar al devenir?
Inextricable, me quiero saltear los pasos, siempre.
¿Cómo vivir entonces?
¿QUIÉN SABE?
Quizás vos más que yo.
Un león, un buey, mariposas, bichos carroñeros, tu mirada, intento en vano, resistir tu sonrisa, me come.
…
Con esto me basta por hoy.